EL BRAZO DE NADAL

Reconozco que ponerme cachondo a mí, es fácil, muy fácil, demasiado fácil quizá. Pero hay cosas que con sólo pensarlas la temperatura de mi cuerpo y de mi alma se disparan hacia el infinito, las hormonas entran en un estado de excitación tal que es el ejercicio de autocrontol es de libro Guinnes. Una de esas cosas es: EL BRAZO DE NADAL. En realidad hay más cosas de Nadal que provocan tal reacción en mí, pero es el brazo, su brazo, ese pedazo brazo, el símbolo que recoge de forma casi perfecta las cualidades de este número 1 (bueno para ser exacto 2):
1. El color, un moreno perfecto, natural, resultado de horas y horas de duro entrenamiento a pleno sol.
2. Su fibra, ni ápice de grasa parece tener cábida en él.
3. Su tersura (no es que lo haya tocado, ¡qué más quisiera yo!) pero me lo imagino suave, y firme.
4. Su "volumen" (¿se dice así?), resultado, también de horas y horas de entrenamiento, imagino que el onamismo también habrá contribuído algo, pero no es fruto únicamente de los solitarios, sino el mío también sería igual, y os aseguro que no lo es.
5. Su fuerza, lo imagino abrazándome, agarrándome con fuerza

Para mí ver un partido de tenis de Rafa, se ha convertido en un immenso placer, y en una gran tortura, el resultado es lo de menos, pero verlo en la pista es un placer para los sentidos y una tortura para el autocontrol. Sólo pensar en él me pone cachondo, así que después de escribir sobre él, me temo que tendré que ir a trabajar biceps.

VAMOS RAFA.